Tras casi dos meses de la tragedia en la ciudad de Bata, voluntarios de la Plataforma GE Nuestra han continuado con las donaciones a las familias afectadas. Sigue sorprendiendo que muchas de las familias se encuentran en viviendas que están a merced del viento y de la lluvia. Por supuesto, sin acceso a electricidad o agua corriente, algo que por lo general ya era habitual en la zona continental del país.
En estas últimas entregas realizadas por las voluntarias, han explicado a la gente que las ayudas vienen de guineanos en el interior y en el exterior del país; que no representan a ninguna organización internacional; que no necesitan hacerles videos y que se respetará su intimidad. Muchos damnificados estaban sorprendidos porque decían que “la mayoría viene con la tele a grabar y luego se van”.
Lo más triste, por no decir deleznable, ha sido la actitud de algunas autoridades policiales que se han acercado a los voluntarios y otras organizaciones para indagar sobre quiénes estaban ofreciendo las ayudas. “Guinea debe ser el único país que persigue o investiga a gente solidaria”, ha declarado un voluntario. Esta actitud tiene como única consecuencia atemorizar e impedir que llegue ayuda a los damnificados que, por otra parte, no llegaría de otra forma. Parece existir una voluntad clara de mantener a la gente en la pobreza y en la miseria, lo cual solo puede justificarse por el afán de unos pocos de acaparar las riquezas del país. Las Naciones Unidas han confirmado en sus informes que las limitaciones logísticas son un desafío, sobre todo ante el impedimento de vuelos entre Bata y Malabo; han dicho que la educación es un grave problema; o que la rehabilitación de viviendas es imperativa, pero en mejores condiciones. Esto demuestra que el gobierno ha estado más pendiente de campañas de imagen como las entregas de dinero en mano realizada en el Palacio de Congresos de Ngolo, que de la atención a las víctimas. Tras esas entregas de dinero en efectivo, GE Nuestra ha podido verificar que ha habido retrasos en el pago de los salarios de funcionarios en varias instituciones, una prueba más de la nefasta gestión de los fondos de emergencia y del tesoro público. También sería importante conocer el destino final del famoso fondo de emergencia, cuyo importe podría servir para sufragar el acuerdo entre el gobierno y las Naciones Unidas, valorado en 10 millones de Dólares. No sería necesario solicitar ayuda internacional o se podría sufragar vendiendo los yates o vehículos de lujo esparcidos por el mundo pertenecientes al vicepresidente y otras élites del país. Se han oído comentarios sobre gente que ha aprovechado el caos para recibir ayudas, o de gente que ha ido a comedores y centros de asistencia sanitaria sin ser damnificados por las explosiones. En realidad, esto que puede ser criticable, debería servir de voz de alarma. El hecho de que alguien casi mendigue un saco de arroz y poco más, o que una niña revenda en un puesto callejero lo poco que ha recibido en donación, no es consecuencia de su supuesta falta de ética, sino un fiel reflejo de la pobreza generalizada a la que está sometida la población que es, según las estadísticas, una de las más ricas de África. Es el claro reflejo del fracaso de los planes de desarrollo llevados a cabo como el Horizonte 2020. Nuestros voluntarios se han encontrado sobre todo con mujeres, madres, que se han quedado a cargo de niños propios y ajenos y que necesitan salir adelante. Hay que recordar que la mayoría de las víctimas mortales eran mujeres. Sigue siendo necesario, por tanto, ofrecer un techo a las familias damnificadas, la asistencia psicológica de los niños y su educación van a ser un gran desafío en los próximos años. A pesar de esta tragedia GE Nuestra continuará con labor de capacitación ciudadana para la demanda de reformas que contribuyan al desarrollo de Guinea Ecuatorial. Reformas que garanticen que las víctimas de negligencias como esta puedan verse compensadas adecuadamente. |